MUERTE DE UN VIAJANTE de Arthur Miller

GUÍA DE LECTURA




Arthur Miller

UN ESCRITOR INCÓMODO

Arthur Miller (U.S.A, 1915-2005), utilizó distintos géneros literarios pero destacó principalmente como autor teatral; hoy se le considera uno de los mejores dramaturgos del siglo XX, es un clásico americano. Sus piezas se han puesto en escena en innumerables ocasiones por todo el mundo, algunos de sus personajes son un referente en el mundo teatral, y en las universidades se estudia el conjunto de su obra como una aportación destacada a la Literatura dramática occidental.
Ya durante su vida disfrutó de este reconocimiento a su valía como escritor por el éxito que alcanzaron muchas de sus obras y la importancia de los premios literarios que le otorgaron. Entre las primeras, destacan: La muerte de un viajante (1949), Las brujas de Salem (1953), Panorama desde el puente (1955), El precio (1968) y Cristales rotos (1994). En cuanto a los premios literarios, recibió en dos ocasiones el prestigioso Pulitzer, los Tomy, el de la Crítica de Nueva York, el Emy y otros. Casi al final de su carrera vital, en 2002, le otorgaron en España el Premio Príncipe de Asturias de Literatura.
Con todo, a pesar de fama y premios, o quizá por ellos, A. Miller resultó en su momento un escritor incómodo para muchos americanos. El autor había tomado como eje de su obra la crítica social y solía desenmascarar en los escenarios de Broadway los valores e ideas conservadores que estaban fraguando entonces en Estados Unidos acusándolas de deshumanizar la sociedad norteamericana.

Esto, junto con su compromiso sociopolítico, hicieron que fuera considerado “sospechoso” en ciertos círculos y que, en los años 50, cuando el senador Mc Arthy desató la famosa “caza de Brujas” fuese denunciado por tener “simpatías comunistas”. Se negó a declarar, a denunciar a otros compañeros, como se le exigía, y soportó por ello tremendas presiones, dificultades de todo tipo y una condena a prisión por desacato que no llegó a cumplir porque fue recurrida y anulada al cabo del tiempo. Fue en esos años cuando Miller escribió Las brujas de Salem, obra que refleja magníficamente la asfixiante atmósfera que crean el miedo y la sospecha.

A. Miller es también un hombre del cine. Durante décadas, en Estados Unidos, teatro y cine, luego también la TV, han funcionado en una especie de simbiosis. El teatro ha servido de caldo de cultivo donde la industria del cine encontraba autores y actores a la vez que se beneficiaba de la potente imagen cinematográfica. Varias de las obras de Miller pasaron a la pantalla y él mismo escribió numerosos guiones de películas, entre otros el de Vidas rebeldes (The misfits), dirigida por Jhon Huston, para su mujer, Marilyn Monroe, con quien estuvo casado 5 años.

Posteriormente le ha ocurrido, como a otros autores norteamericanos, que son mejor considerados en Europa que en su propio país donde en bastantes ocasiones le costó años llegar a estrenar algunas de sus piezas teatrales.


LA MUERTE DE UN VIAJANTE.

Esta es la obra más conocida, representada y premiada de A.Miller. Su enorme éxito de público y crítica sorprendió al propio autor que contempló, asombrado, cómo su criatura literaria, tan típicamente americana, mostraba su dimensión universal y se iba convirtiendo en un mito que traspasaba las fronteras de los EE.UU.

Como verás, presenta la historia de un hombre corriente, un viajante de comercio que, después de haber luchado toda su vida por hacer realidad sus sueños de fama y riqueza, a los 63 años, ya agotado, se ve forzado a un duro viaje, desde sus sueños a la realidad de su fracaso total.


                        

Una tragedia moderna.


Se ha escrito que, con esta obra, Miller “democratiza” y rompe con la tragedia clásica, tal como la concebía Aristóteles: la historia de un héroe que se enfrenta a los dioses y al destino, lucha valerosamente y es vencido, con honor, cambiando así, de alguna forma, el ámbito humano. Comparando esto con la obra de A.M.,




El "sueño americano" y otros temas



El autor trata en la obra de desvelar lo ilusorio y deshumanizante del llamado “sueño americano”, tal como era entendido por buena parte de la sociedad estadounidense.


La utilización de símbolos



A lo largo de la obra, el autor se sirve reiteradamente de diversos símbolos para comunicarnos determinadas ideas sin formularlas directamente. Reflexiona sobre qué pueden significar: los diamantes, las semillas, las medias femeninas, el trozo de manguera.



La aportación de nuevos recursos teatrales


Fíjate en cómo A.Miller juega en esta obra con una gran variedad de recursos teatrales: saltos atrás en el tiempo, simultaneidad de acciones, rupturas de espacios… que le sirven a veces para crear contrapuntos a la linea principal de la obra y hacernos comprender mejor el desarrollo dramático. Ahora estamos acostumbrados a ver eso y mucho más en el teatro moderno pero entonces era una innovación, algo que hacía más rica y atractiva la pieza sin abandonar el tono realista propio de los escenarios americanos de la época.