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Cuando el peregrino de Santiago llega a León se desconcierta un poco. Después de la calma, la quietud, y el silencio de tantas pisadas por montes de Burgos y llanos de tierracampos, el camino es engullido de golpe por una ciudad moderna de altos edificios, avenidas preñadas de coches, y ruidos infernales. A duras penas llega al centro histórico siguiendo el desdibujado itinerario jacobino. Y al llegar, nuevo desconcierto. La Basílica de san Isidoro, destacadísima joya del Románico, plagada de monumentos mortuorios, objetos de oro, piedras preciosas, exquisiteces artísticas, pinturas asombrosas, y turistas contemplándolas con gran displicencia. La Catedral, lo mejor del gótico en España, luce muy aseada. Causa admiración e incluso cierta sensación mística a quien observa con mente y corazón abiertos sus vidrieras, pero está lejos de ser el centro espiritual del reino, para lo que fue tan trabajosamente construida.

SAN ISIDORO de Sevilla representa la razón, la teología, el saber enciclopédico de la España Visigótica, y también el poder de la Iglesia en la incipiente edad media, por encima a veces del poder civil. Significa también el triunfo de la unidad política, de la cultura y del orden romano y católico, frente a disgregación tribal, la ruptura con la cultura clásica y el arrianismo de los godos.

Estatua de San Isidoro en la Biblioteca Nacional Panteón de los reyes en la Basílica de San Isidoro de León


Pero el Peregrino no está en modo alguno por el saber, la teología o la Institución eclesial. El peregrino está por y para sentir. El peregrino busca sensaciones, experiencia vital sobre su vida, su camino, sus necesidades, sus pasiones, sus creencias. Busca alimentar su anhelo de trascendencia, su hambre espiritual, -aún sin saberlo-, busca saborear y no el saber.

Por ello el peregrino se encuentra más a gusto sudando en las cuestas, o mojándose bajo la lluvia, que en el confort de una ciudad moderna. Y encuentra más inspiración en una sencilla imagen de la Virgen Peregrina, que en la grandiosidad de una Catedral. 

La patrona de León es la Virgen del Camino, cuyo sencillo templo y romería se encuentra a pocos kilómetros de la capital, saliendo hacia el camino de Santiago. Todo un acierto y signo de que en la religión el sentimiento siempre perdura y es más relevante que todo el poder, las riquezas materiales, o la sabiduría humana.



Santuario de la Virgen del Camino
Virgen del Camino, patrona de León